Cuando calificamos un taco, no nos vamos con la finta. Nos fijamos en el punto de la carne, la calidad de la tortilla, la técnica del taquero, el equilibrio de grasa y el toque final…la salsa, nada importa sin salsa. Lo que realmente define todo es la salsa. Porque una buena salsa no solo acompaña: manda, transforma, levanta o arruina el taco. Para nosotros, la salsa no es adorno: es la firma del lugar.

Probamos con respeto, hambre y mucha experiencia. Ponemos atención en el sabor de la carne, en el aroma del comal, en la textura de la tortilla. Vemos si hay historia, si hay técnica, si hay corazón. Pero todo eso queda en segundo plano si la salsa no está a la altura. Porque en nuestra mesa, la salsa no es complemento: es protagonista.

Un taco sin buena salsa, es igual que una peda sin hielos.